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martes, 19 de agosto de 2014

Oscar Wilde: "El retrato de Dorian Gray"



Todavía Oscar Wilde no había alcanzado el resonante éxito de su primer estreno teatral, El abanico de Lady Windermere, cuando su única novela, “El retrato de Dorian Grey -1891”, fue publicada en forma de libro. Contenía añadidos y modificaciones sustanciales con respecto a los trece capítulos originarios que la revista Lp-pincott’s Monthly Magazine había dado a conocer mensualmente desde junio de 1890, o sea, con un año y dos meses de antelación.

Antecedentes de “El retrato de Dorian Grey”

Hubo en la vida de Wilde una anécdota o episodio similar a la que es motor del libro. Según Hesketh Pearson, que escribo el libro “La vida sobre Oscar Wilde” en 1946, el poeta solía visitar al pintor Basil Ward en su estudio y según sus propias palabras “Uno de cuyos modelos era un joven de excepcional belleza…” Cuando el retrato estuvo terminado y el muchacho se fue, a Wilde se le ocurrió decir que era una verdadera lástima que criatura tan gloriosa tuviera que envejecer. El artista le contesto “Sería maravilloso si pudiera conservase tal y como es mientras que el retrato envejeciera y se marchitara en su lugar”.

La trama del libro

La trama de la historia desarrolla precisamente este imposible. Fue un escándalo: cinco años más tarde, durante el proceso que se siguió a su autor, pasajes enteros de la obra se leerían delante del jurado, como si se tratara de un panfleto de incitación a la homosexualidad.
Desde el primer momento Wilde apeló en vano al efecto moralizante que se desprende del conjunto de su obra. Mientras la belleza y juventud de Dorian Gray permanece inmutables, su retrato, escondido celosamente, registra la decadencia, la crueldad, la huella de los años y los crímenes. Gray se vuelca a los placeres sin límites, al desenfreno moral, hasta que la solo existencia del cuadro se le hace insoportable y decide lo: “Mataría el pasado y cuando hubiera muerto, sería libre. Mataría a aquella monstruosidad viva, y sin sus horribles advertencias, recobraría el sosiego…” Pero al destruir el retrato, la imagen recobró su belleza mientras que el que fuera modelo se transformó en un cuerpo irreconocible, lleno de arrugas y de aspecto repugnante.

Pensamiento de Wilde a las criticas

En una ocasión y en contestación a muchas críticas que recibía, Wilde escribió a un periódico: “Si una obra es enriquecedora vital y completa, los que tienen instinto artístico verán en ella su belleza y los que se sientan atraídos más poderosamente por la ética que por la estética, sacaran su lección moral. Llenará de terror al cobarde y al deshonesto verá en ella su propia vergüenza. Será para cada hombre lo que él es en sí. Es el espectador y no la vida lo que el arte verdaderamente refleja.”
En la versión definitiva de la novela, Wilde insertó, a modo de prólogo, una serie de aforismos que constituyen un compendio de sus ideas estéticas: “El artista es el creador de cosas bellas…Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo…Todo arte es completamente inútil.”
Wilde arrinconando la plausible, recurre a lo maravilloso que elude cualquier explicación racional. En una cita del libro dice “Una sensación de pena le sobrecogió al pensar en la profanación que sufría su belleza faz pintada en el lienzo.”
En fin, una obra maestra cuyas proyecciones en el campo de la mitología y de la psicología son tan profundas como seguramente era el alma de su creador. El sueño de la inmortalidad, el desafía fáustico del arte, tienen en “El retrato de Dorian Grey” a uno de los mejores ejemplos, a una aventura que llega, como ansia de pervivencia, a los tiempos actuales con la misma intocabilidad que los antiguos mitos y leyendas en los que impera la poesía.
En rigor, Wilde supo crear, a finales del siglo XIX, una versión desgarrada, infernal y escindida por la modernidad, del mito de Narciso.

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