martes, 18 de julio de 2023
Los Guepardos
sábado, 24 de junio de 2023
Enrique VIII de Inglaterra el rey tirano
Un monarca que en la mitad de su vida, sufrió un deterioro físico y mental, que lo llevo a mandar ejecutar a dos de sus seis esposas
Enrique VIII nació 29 de junio de1491, fue coronado rey el 22 de abril de 1509. Ha pasado a la historia por ser el monarca que más esposas ha tenido; seis. Romper con la Iglesia Católica Romana y nombrase como cabeza de la Iglesia Anglicana de Inglaterra. Con él se unió Inglaterra con Gales.
Antígeno Kell
¿Como un monarca inteligente y fuerte pudo pasar al deterioro físico y mental? Podría explicarse estos cambios así como los problemas de fertilidad que sufría debido a que podría ser potador del antígeno Kell, una proteína de los glóbulos rojos en la sangre que sólo lo poseen un de cada cinco mil personas.
Una mutación ligado al gen de Kell es el síndrome de McLeod, que explica como Enrique VIII pasó de ser una persona, generosa, fuerte y atlético antes de los cuarenta años a convertirse en un ser paranoico y de gran grosor. De hecho los síntomas neurológicos son; convulsiones, demencia y alteraciones del comportamiento.
Problemas de fertilidad
Una mujer negativa para el antígeno Kell puede tener un hijo sano en el primer embarazo, pero los anticuerpos que genera a partir de ese momento, produce que los fetos posteriores sean atacados por la proteína que lleva en su sangre. Todas sus esposas tuvieron múltiples abortos.
De Catalina de Aragón su primera esposa vivió la primera hija Maria, conocida como María Tudor. De su segunda esposa Ana Bolena vivió Isabel que llego a Reina y de la tercera Ana de Cleves su hijo, Eduardo VI, que murió muy joven siendo siempre muy enfermizo.
Enrique VIII, falleció el 28 de enero de 1547 en el palacio de Whitehall, presumiblemente de sífilis. Dato que se dio a conocer cien años después de su muerte
domingo, 4 de junio de 2023
El macaco de Berbería
También conocido como Mono de Gibraltar, es natural del norte de África, concretamente de Marruecos y Algeria
El macaco de Berbería es un cuadrúpedo no superior a los setenta y cinco centímetros de longitud y trece kilos de peso. Su cuerpo está recubierto de pelo pardo-amarillento y ligeramente grisáceo en otros ejemplares de la especie.
La cara, pies y manos son de color rosado, la cola vestigial y poco apreciable a distancia. Los machos son mayores que las hembras. Viven en bosques mixtos a 2.100 metros, aproximadamente, sobre el nivel del mar. En Marruecos se encuentran los bosques de cedro más importantes del norte de África; allí viven los macacos de Berbería, que se alimentan casi exclusivamente de brotes de cedro.La mona o macaco de Berbería, también llamada mono de Gibraltar, es un primate del Viejo Mundo que se encuentra actualmente en algunas zonas reducidas y aisladas entre sí de los Montes del Rift y del Atlas, en el norte de África; Marruecos y Algeria, y en El Peñón de Gibraltar, en la Península Ibérica.
La población total de estos animales se estimaba en 1988 entre 12 y 23.000 macacos, actualmente quedan menos 2.000. La especie decrece conforme se talan los arboles de su hábitat natural y se capturan ejemplares para su comercio ilegal.
En Gibraltar donde están instalados hace tiempo, se pasean por parques y tejados sin inmutarse. Muchos lugareños los consideran sus mascotas e incluso los alimentan. La tradición popular dice que mientras las monas persistan en Gibraltar, éste seguirá bajo dominio británico, hasta el punto de que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se temía una posible invasión hispano-germana, el propio primer ministro británico Winston Churchill ordenó traer varias docenas de ejemplares del norte de África para asegurar su exigua población.
Pero su reproducción incontrolada, es un problema para las autoridades británicas y a esto debemos añadir que el exceso de macacos crea problemas graves a los turistas. Se cree que debe haber entre doscientos ó trescientos 300 macacos en Gibraltar.
Control del tráfico ilegal
Un censo de los ejemplares existentes, habilitar un centro público de rescate es necesario para el controlar y poder atender a estos animales. Y que las autoridades españolas y marroquíes unan esfuerzos para impedir el tráfico ilegal. A pesar de que los zoos españoles están saturados de estos animales, continúan pasando por la frontera española con total inmunidad y de manera ilegal. Tras el abandono por sus propietarios y a falta de centros especializados o saturados, quedan en centros privados pero que por falta de medios que sufren también estas instituciones, no se les garantiza unas condiciones óptimas.
Los macacos animales sociales
A partir de los dos años y a medida que se acercan a la madurez sexual, la falta de compañía de otros de su especie y la frustración de sus necesidades básicas hacen que empiecen a mostrarse agresivos, a destrozar los enseres de la casa y aparecen estereotipias de autoagresión y automutilación. Es entonces cuando a los propietarios les cogen miedo y los abandonan.
Son animales diurnos y omnívoros, se mueven constantemente en grupos entre diez y treinta individuos, de estructura matriarcal, dirigidos por una hembra. Tras cuatro o cinco meses de gestación, las hembras paren una cría, que son cuidadas tanto por el padre como por la madre. Maduran a los tres ó cuatro años de edad y pueden vivir una veintena.
Es el único primate, aparte del hombre, que puede encontrarse actualmente en libertad en Europa, -Gibraltar- y el único miembro del género Macaco que vive fuera de Asia . Su condición de conservación es “En peligro de extinción”
martes, 9 de mayo de 2023
Ptolomeo I, el primer faraón griego de Egipto
Amigo y colaborador del monarca macedonio Alejandro Magno, Ptolomeo se hizo con el control de Egipto tras la muerte del conquistador. Proclamado faraón, fundó la primera dinastía griega de Egipto: la de los Lágidas.
El destino de Ptolomeo fue uno de los más extraordinarios de la Antigüedad. Educado para llevar la vida habitual de un aristócrata macedonio, se embarcó antes de los 30 años en las fabulosas conquistas de Alejandro Magno por Mesopotamia, Persia y la India, y terminó, a los 64 años, coronado como rey de Egipto y celebrado como Sóter, "salvador".
Otros generales del conquistador macedonio lograron también apoderarse de una parte de su herencia para erigir vastos reinos; pero Ptolomeo fue el que amasó más poder y el único que sorteó los reveses de la fortuna hasta fallecer de muerte natural a una edad avanzada.
ptolomeo, un noble macedonio
Ptolomeo era hijo de un noble macedonio llamado Lagos (de ahí el nombre de la dinastía Lágida, que él fundó) y de Arsínoe, una dama quizá relacionada con la familia real macedonia. La juventud del futuro faraón transcurrió en la corte macedonia y pronto se contó entre los amigos íntimos del príncipe Alejandro. El padre de éste, el rey Filipo II de Macedonia, recelaba de su popularidad y decidió enviarlo al exilio, pero Alejandro lo trajo de vuelta para que formase parte de su ejército desde el principio de sus campañas contra Persia. Desde entonces, Ptolomeo no se separó del joven conquistador y su protagonismo en la campaña india le hizo ganarse el título de comandante.
Ptolomeo fue uno de los siete guardaespaldas de la guardia privada de Alejandro, una posición que sería decisiva a la muerte del soberano macedonio en el año 323 a.C. En Babilonia, donde los generales de Alejandro se repartieron el imperio, Ptolomeo se hizo con una de las mejores porciones: Egipto. Además, realizó una jugada maestra al apoderarse del cadáver de Alejandro y decidir su entierro en Egipto.
Aunque muchas fuentes aseguran que Alejandro deseaba descansar en el oasis de Siwa, adonde se dirigió para consultar el oráculo de Zeus Amón, Ptolomeo hizo llevar el cuerpo del caudillo macedonio hasta Menfis para luego trasladarlo a su mausoleo en Alejandría, el llamado Sema. La posesión del cuerpo de Alejandro lo legitimaba en el trono y convertía el emplazamiento de su tumba en un lugar sagrado.
el sátrapa querido por su pueblo
En un primer momento –como los demás generales sucesores de Alejandro–, Ptolomeo actuó como representante de los herederos legítimos de este: su medio hermano Filipo Arrideo, de 13 años (con las facultades mentales mermadas), y su hijo Alejandro IV (habido con una princesa de Sogdiana, Roxana). Todos los monumentos que Ptolomeo edificó o restauró en Egipto los dedicó a cualquiera de los dos soberanos. Incluso tras el asesinato de Alejandro IV, en 311 a.C., Ptolomeo siguió presentándose durante unos años simplemente como sátrapa o gobernador de Egipto.
Incluso tras el asesinato de Alejandro IV, Ptolomeo siguió presentándose simplemente como sátrapa o gobernador de Egipto.
Una cacería de ciervos representado en uno de los pavimentos de la Casa del rapto de Helena en Pella, la antigua capital de Macedonia.
Ello no impedía que fuera enaltecido como virtual soberano del país, según muestra un documento excepcional de este período, la Estela del Sátrapa, un largo texto elaborado aquel mismo año en el que se vierten todo tipo de loas a Ptolomeo: "Había un gran virrey [sátrapa] en Egipto, llamado Ptolomeo. Una persona de energía juvenil, poderoso de brazo, prudente de mente, poderoso entre los hombres, de fiero coraje […] que ataca el rostro de sus enemigos en el combate". También se recuerda el botín que trajo de sus campañas: "Él trajo las imágenes de las divinidades que habían sido encontradas en Asia, así como todos los utensilios sagrados y los libros que pertenecían a los templos de Egipto".
Un faraón de origen griego
Finalmente, en 305 a.C., Ptolomeo se proclamó a sí mismo rey de Egipto. Un año antes, su rival Antígono, otro general de Alejandro, había hecho igual y se había proclamado rey en Siria tras sumar este territorio a sus dominios. Sin duda, Ptolomeo pensaba valerse del prestigio asociado al título de faraón que ahora ostentaba. Pese a su origen griego, Ptolomeo se hizo coronar siguiendo la tradición faraónica y se representó sobre una barca de papiro, capturando a las aves que poblaban las marismas del Delta, en lo que era una metáfora de su dominio sobre el caos y expresión de su deseo de destruir todo mal que acechara a Egipto.
Un nuevo dios en el panteón
Para asentar su dominio, Ptolomeo promovió asimismo el culto a una nueva divinidad, Serapis. Su origen es discutido y se mezcla con leyendas como la relatada por Tácito, quien cuenta que tras tener un sueño, el rey ordenó ir en busca de una imagen del dios a Sínope, en el mar Negro. Quizá se trataba de una confusión con el Serapeum de Menfis, donde se rendía culto a una divinidad denominada Osirapis, resultante de la fusión de Osiris y Apis. En cualquier caso, Serapis asumió rasgos de dioses plenamente griegos, como Zeus, Helios, Dioniso, Hades y Asclepio, lo que explica que el culto no echara hondas raíces entre la población egipcia, aunque se expandió notablemente por el resto del mundo mediterráneo.
Los historiadores discuten si Ptolomeo adoptó también la costumbre de la divinización del faraón. De hecho, los griegos habían divinizado a los héroes fundadores de las ciudades desde antiguo; de ahí que Alejandro Magno recibiera culto como fundador de Alejandría. Algunos autores creen que Ptolomeo ya fue divinizado en vida, como indicaría su sobrenombre: Sóter, que en griego significa "salvador".
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ptolomeo-i-primer-faraon-griego-egipto_7375?utm_source=onesignal&utm_medium=push&utm_campaign=trafico
jueves, 23 de marzo de 2023
Los jinetes de la estepa - Los Escitas
Escitas, el pueblo nómada del mundo antiguo
Ágiles jinetes y diestros arqueros, tan feroces como valientes, los escitas bebían en los cráneos de sus enemigos y daban muerte a los servidores de sus caudillos para que los acompañaran en el Más Allá. Victoriosos sobre el Imperio persa, en las tumbas de sus reyes el brillo del oro atestigua su pasión por la belleza y el lujo.
El historiador griego Heródoto los kurganes, que demostraron ser las de los relató el vano empeño del rey persa Darío el Grande en someter a su yugo a un misterioso pueblo «de ojos muy azules y cabellos color de fuego», temibles nómadas esteparios que habitaron entre Asia y Europa a partir del siglo VIII a.C. hasta su enigmática desaparición durante el siglo IV a.C. El legendario país de estas gentes, Escitia, era ya citado por Homero como un recóndito lugar, brumoso y de lluvias eternas, en los confines del mundo conocido. Y, en efecto, hasta hace relativamente poco tiempo lo único que sabíamos de los escitas eran las fantásticas noticias de la antigua literatura griega acerca de sus extrañas y sanguinarias costumbres, su lealtad extraordinaria, sus creencias en el más allá y sus opulentos enterramientos.
Tales historias eran consideradas leyendas de dudosa credibilidad hasta que, a comienzos del siglo XX, los arqueólogos rusos comenzaron a sacar a la luz algunas formidables tumbas, ocultas en túmulos funerarios, los kurganes, que demostraron ser las sepulturas de los reyes escitas. La riqueza de las delicadas joyas que encontraron causó tanta impresión como los cadáveres tatuados de sus reyes, conservados en los hielos perpetuos de las estepas. La leyenda tomaba cuerpo al fin gracias a los hallazgos arqueológicos, que fueron confirmando algunas de las noticias referidas por Heródoto de Halicarnaso en el libro IV de sus memorables Historias.
Los
escitas fueron un pueblo nómada de lengua irania y probable origen en
las estepas de Asia –entre el mar de Aral y el lago Baikal–, que se
asentó en lo que hoy es el sur de la Federación Rusa y Ucrania. Durante
aproximadamente un milenio fueron protagonistas de la historia antigua
de Oriente Próximo, llegando a invadir Egipto a finales
del siglo VII a.C. –tal vez su momento de máximo poder– y siendo
mencionados en el recuento de pueblos del Génesis. Sobre su origen
expone Heródoto tres teorías. Las dos primeras son historias míticas: en
una de ellas se refiere que los escitas provienen de la unión de un tal
Targitao, hijo de Zeus, y de la ninfa hija del río Borístenes (el
actual Dniéper). Ésta dio a luz tres hijos –Lipoxais, Arpoxais y
Colaxais–, de los que procederían las tres razas de los escitas. Según
un segundo mito, son del linaje de Heracles. Un
monstruo que habitaba cerca del mar Negro, mitad mujer mitad serpiente,
chantajeó al héroe para unirse con él con la promesa de restituirle unos
rebaños. La mujer serpiente engendró tres hijos de Heracles:
Agatirso, Gelono y Escita, y le preguntó al héroe qué debía hacer
cuando se hiciesen hombres. Heracles le dio un arco y respondió: «A
quien pueda tensarlo, hazlo rey de estas tierras». Fue Escita el que
pudo, y él heredó el reino y fundó un pueblo de arqueros famosos.
La tercera versión que cuenta Heródoto acerca de sus orígenes es algo más verosímil: «Los escitas, dice, eran nómadas que habitaban antaño en Asia. Bajo la presión de los masagetas [otro pueblo asiático de disputada identificación] cruzaron el río Araxes y llegaron a Cimeria». Parece, pues, que su llegada a Europa a través del Cáucaso se debe al empuje de otras tribus nómadas en algún momento de los siglosVIII-VII a.C. Esto concuerda, a grandes rasgos, con las teorías migratorias de los modernos escitólogos, que localizan una oleada de pueblos de las estepas que invadió durante esta época la zona donde la literatura clásica sitúa a los escitas.
Más allá de estos orígenes míticos, los primeros testimonios históricos de este pueblo se encuentran en un tratado que suscribieron con el reino asirio. Los asirios trabaron relaciones con los escitas, que hostigaban sus fronteras, y lograron aliarse con ellos contra los cimerios y los medos. Pero a finales del siglo VII a.C. los escitas se volvieron contra los asirios y «reinaron sobre Asia devastándolo todo, audaces y sanguinarios, durante veintiocho años», como cuenta Heródoto. Posteriormente, algunas tribus escitas aparecen como aliadas del rey de los medos y del de los lidios. Parece que hacia 670 a.C. regresaron a sus asentamientos al norte del Cáucaso después de sus incursiones por Oriente. Este regreso, y una guerra civil entre los escitas y sus esclavos, que habían tomado el poder y sus mujeres en su ausencia, son narrados también por el historiador griego. Siguió a estos episodios una paz más o menos estable durante una generación.
Por esta misma época los escitas entraron en contacto con los colonos
griegos instalados en el mar Negro y establecieron intensas relaciones comerciales y culturales con
ciudades como Olbia y Panticapea. El influjo helénico se dejó notar en
las artes escitas, y la cultura escita influyó también en el imaginario
griego: prueba de ello es la figura legendaria de Anacarsis, el príncipe
escita que aparece en la literatura griega conversando con el gran
legislador ateniense Solón o con el rey Creso de Lidia, y al que se atribuyen dichos e invenciones ingeniosas.
Pero los escitas consagraron su leyenda de irreductibles cuando, en el año 512 a.C., el soberano persa Darío I decidió conquistarlos tras someter a los tracios que ocupaban los Balcanes. Según la tradición, que transmite Heródoto, «Darío quería tomar venganza de los escitas, pues ellos, primeramente, habían invadido el país de los medos triunfando sobre quienes se les oponían y cometiendo grandes desmanes». Pero más bien puede explicarse porque, en su política de consolidar sus fronteras, Darío no podía olvidarse de los peligrosos escitas, que estaban en el recuerdo de los habitantes del Imperio persa. Las costumbres sanguinarias de los escitas reales, la élite guerrera de este pueblo, aterrorizaban a sus enemigos y su barbarie se hizo proverbial en Grecia y en Oriente.
Los nómadas escitas eran jinetes invencibles y diestros arqueros que
se adornaban con pieles y cabezas humanas como trofeos. Pero no
desconocían la refinada estrategia militar: para poner en jaque al
grandioso ejército persa, una maquinaria de guerra formidable,
utilizaron el hostigamiento de la lucha de guerrillas y
el desgaste a sus enemigos. Cuando Darío cruzó el Danubio para marchar
contra ellos no podía imaginar lo que iba a suceder. La técnica que
usaron para agotar al ejército persa fue la de dejar tierra quemada por
medio: «Ir retirándose poco a poco y a la vez cegar los pozos y las
fuentes y no dejar forraje en todo el país». El error del Gran Rey fue seguirles al interior de su país,
las heladas y yermas estepas que se extendían desde el Danubio hasta el
mar de Azov y el Don (o tal vez hasta el Volga), hasta que el hambre y
las inclemencias del tiempo le obligaron a desistir de su empeño.
COSTUMBRES GUERRERAS
El nomadismo era la característica principal de este pueblo. El padre de la medicina griega, Hipócrates, en su tratado Sobre aires, aguas y lugares, describió el modo de vida nómada de los escitas llamados saurómatas. Éstos pasaban la vida a caballo, incluso las mujeres, a las que se amputaba el pecho derecho de niñas para poder luchar con arco y jabalina a caballo.Vivían agrupados en tribus, moviéndose por las estepas en grandes convoyes formados por carros de cuatro a seis ruedas, que eran arrastrados por bueyesEl clima extremo de su país, ventoso, húmedo y frío, y el sol escaso les daban una constitución, según el escrito atribuido al médico griego, grande, carnosa y lampiña. Su dieta era pobre y monótona, a base de carne hervida, leche de yegua y un queso elaborado con ésta. Por todo ello sufrían a menudo de impotencia y esterilidad, que al parecer era la «enfermedad escita» por excelencia. Esto se achacaba principalmente a su modo de vida sedentario, pues siempre marchaban a caballo o en carro y nunca se desplazaban a pie. Especialmente los hombres, en los que faltaba el deseo sexual por cabalgar tan a menudo. Por ello, dice Hipócrates, los escitas son una raza poco prolífica.
La guerra era, si debemos creer el testimonio de los antiguos, la especialidad de este pueblo nómada, de casas sobre ruedas, recios corceles y sociedad altamente jerarquizada. Cuidaban el aprendizaje de la equitación y de las artes marciales (en especial el tiro con arco; pero también el combate con hacha y el uso del látigo) como base no sólo de su poderío militar, sino también de su forma de vida. Los arqueros escitas eran muy preciados por los persas y los griegos: Atenas usó mercenarios escitas contra los persas durante las guerras médicas.
A estas cabezas luego se les arrancaban las cabelleras, tras efectuar una incisión alrededor de las orejas; así podían llevarlas atadas a la montura, a modo de toallas o cobertores. Utilizaban la piel humana arrancada a sus enemigos para todo tipo de usos: la de la mano derecha para cubrir el carcaj, la del tronco para elaborar estandartes, etc. Pero también cuenta Heródoto que usaban los cráneos de los enemigos especialmente odiados, tras vaciarlos convenientemente, para beber; los escitas más pudientes los recubrían con láminas de oro. Según la colección de cabezas y pieles de cada uno se medía su valor en combate y su prestigio social. De hecho, los jefes celebraban un banquete anual para la comunidad en el que no podían participar aquellos que no hubieran matado a nadie. Éstos quedaban apartados de la bebida en común, sufriendo la peor de las humillaciones.
UN FINAL ENIGMÁTICO
Tras las guerras con Persia en el siglo VIa.C., los escitas tuvieron un reino estable al norte del mar Negro entre los siglos V y IV a.C., con una potente dinastía real fundada por Ariapites, y sus contactos con las ciudades griegas de la costa se hicieron más fluidos. De esta época datan los impresionantes trabajos en oro que dejaron a la posteridad.
Tan abundantes fueron los contactos con la cultura griega que uno de los reyes escitas, Esciles, hijo de Ariapites, encontró la muerte por ello. Cuenta de nuevo Heródoto que Esciles era instruido en la lengua y la literatura griegas y que, después de ser coronado, encontraba placer en vestirse a la griega y en rendir culto a los misterios dionisíacos. Los escitas, avergonzados de que su rey tomara parte en las orgías de Dioniso, conspiraron contra él, apoyando a su hermano Octamasades para que, aliado con los tracios, decapitara a Esciles y tomara el poder.
El poderío de los reyes siguientes fue creciendo hasta que chocaron irremediablemente con otra potencia emergente, la Macedonia de Filipo II, padre de Alejandro Magno. Aunque los escitas fueron derrotados en el año 339 a.C., muriendo en combate su rey Ateas, los macedonios no consiguieron someterlos totalmente. Sin embargo, no mucho después de la muerte de Alejandro, en torno al 300 a.C., el reino escita desapareció súbitamente sin dejar rastro.
martes, 21 de marzo de 2023
Los juegos de azar
Juegos de azar son aquellos que se apuesta una cantidad de dinero con la esperanza de una ganancia mayor
Los jugadores confían en la suerte y por eso se encomiendan a un número favorito, una terminación, cartas nuevas en lugar de usadas, etc. Como si la suerte pudiera controlar el resultado. Estos jugadores así lo creen y suponen que llegará un día que el azar les traerá felicidad y fortuna. El periodista Philips Vogel escribió: “Lo admitan o no, la mayoría de los jugadores, sueñan en el fondo con convertir su apuesta inicial, aunque solo sea unos pocos dólares, en una fortuna” el jugador arriesga sabiendo que tiene pocas probabilidades de ganar.
En realidad el premio es el dinero perdido por otros. Cada día muchas personas vuelcan el contenido de sus carteras en el montón llamado juegos y solo unos cuantos, pocos muy pocos, pueden coger algo del montón, tampoco todo, hay que pensar en los impuestos e intermediarios.
El juego es una trampa peligrosa
Sin embargo, el juego es una trampa peligrosa. Para una persona ambiciosa, una pequeña recompensa le anima a seguir jugando más y más, con el sueño de recuperar lo disipado y de que llegue su día de suerte. Es una soga al cuello que va ahogando al atrapado y cada vez le aprieta más y sin capacidad de escapar. Es un adicto al juego. Por esa adición perderá trabajo, amigos e incluso la propia familia.
No es que los juegos de azar sean malos en sí mismos, pero como todo lo que puede crear adicción se le debería tener mucho respeto y no abusar de su uso.
domingo, 9 de octubre de 2022
El olor y el dolor están relacionados
Estudios sobre un gen permitirán conocer mejor los factores genéticos asociados con la percepción olfativa
El olor lo podemos definir como la sensación resultante de la Erecepción de un estímulo por el sistema sensorial olfativo. El olor no es uniforme en todas las personas por igual y lo genera una mezcla de gases, vapores y polvo. Aquello que no podemos oler lo llamamos inodoro. Hasta ahora se creía que aquellas personas que carecían de este sentido eran por causas psicológicas, pero sin descartarlas, unos estudios recientes han demostrado que también podrían estar producidas por un gen.
Las personas con una mutación en el gen SCN9A, que incapacita para sentir dolor, tampoco pueden oler, así lo han confirmado un equipo de científicos europeos liderados por el alemán Trese Leinders-Zufall
Las neuronas sensoriales olfativas son las que detectan el olor, producen una señal eléctrica propagándola a través del sistema nervioso hasta un determinado punto que se detienen. Se ha descubierto que esto sucede por la ausencia de sodio Nav.17. La falta de este sodio impide la transmisión de la información a los circuitos neuronales y, por tanto, no llega al cerebro.
Terapias genéticas
Los investigadores no descartan que el mismo canal de sodio intervenga en algún otro de los cinco sentidos. "No tenemos una explicación de la conexión entre dolor y olor, pero podría ser que éste fuera un canal importante para múltiples sistemas sensoriales", indica el investigador. En este caso, añade, "los sujetos estudiados eran capaces de ver y escuchar, pero no se investigó el tacto o el gusto".
Aunque existe una larga lista de genes relacionados con la ceguera o la sordera, hasta ahora no existía conocimiento de ninguno que pudiese explicar la anosmia congénita.
Con el descubrimiento de este gen se podría aplicar a terapias génicas en personas afectadas en el olfato. Los resultados del estudio ayudaran a comprender que factores genéticos están implicados en la percepción del olor, como en su ausencia.En los animales hacen un amplio uso de su sentido del olfato. Por ejemplo, los animales usan el olor para marcar su territorio y para atraer a sus congéneres de sexo opuesto. Los animales tienen una mayor respuesta a los olores, porque usan su sentido del olfato muy frecuentemente. Cuando un macho huela a una hembra en celo, responderá al estímulo muy apasionadamente.
Nuestro sentido olfativo cumple una función de supervivencia
Nuestro sentido olfativo cumple una función de supervivencia como en el caso del fuego, que el olfato es primordial para detectarlo. Desde el punto de vista humano “permite enriquecer la experimentación de sensaciones en cuestiones de comida. Aunque seamos capaces de comer sin oler, el olfato nos ayuda a mejorar nuestra experiencia y el placer que sentimos”, concluye el científico alemán.
¿Hay olores que acortan la vida?
Otros estudios realizados en animales y en humanos han demostrado el impacto en la salud, el desarrollo atlético y el ritmo de envejecimiento, que produce las experiencias sensoriales. De hecho, hay animales como la mosca y los gusanos que son incapaces de oler, viven más tiempo.
Las universidades de Michigan y Houston han tratado de averiguar a qué se debe y han conseguido demostrar que el dióxido de carbono (CO2) es el olor que más altera nuestra fisiología y está unida a nuestra longevidad. Las moscas que no huelen el carbono viven más que las moscas que si lo hacen.2
El responsable de este estudio Scott Pletcher explica: “De algún modo hay un grupo de neuronas cuyo principal cometido es detectar el CO que son capaces de provocar cambios que aceleran el envejecimiento”
En este reto para mejorar la salud el trabajo más importante que tienen ahora los científicos es explicar el cómo.
martes, 26 de abril de 2022
Si te impresionan las mujeres libres, el inseguro eres tú.
Hay hombres que se sienten eclipsados por las mujeres como nosotras (en el sentido de que temen que les hagamos sombra). A esos hombres a los que no les impresiona, son seguros de sí mismos, inteligentes, fuertes de carácter a la par que sensibles, alfabetos emocionales, comunicativos, ingeniosos, respetuosos, tolerantes, cariñosos, atractivos por fuera por cómo son por dentro, generosos, prácticos, sencillos, directos, honestos, leales y NO MANIPULADORES. Esto último es muy importante, como valor en cualquier ser humano.
Te ve de igual a igual y ya está. El hecho de que tú seas segura de ti misma, inteligente, fuerte y toda la retahíla de cualidades no le acobarda ni le hace sentir inferior porque no tiene miedo de que le vayas a quitar su poder, ni a subirte a su chepa y hacer de tu capa un sayo con su vida. Entre otras razones porque no te dejaría hacerlo, él es quien dirige su vida y en todo caso, si quiere, voluntariamente la comparte con alguien que dirija la suya asumiendo sus responsabilidades y metiéndose en sus asuntos.
Inseguros no, gracias, hay que dejarlos crecer.
A los que acojonamos las mujeres libres de alma, mente y cuerpo, es a los inseguros, a los que se quedaron anclados en una época en la que la mujer dependía de ellos para sobrevivir y preferirían que hoy en día siguiera siendo así para no correr el riesgo de que se les escape no ya por irse con otro, sino para estar sola. Qué osadía.
Los inseguros son esos que se están todo el rato comparando contigo como en una especie de competición a ver quién es más listo, en una verborrea imparable por demostrar sus conocimientos; a ver quién es más macho, haciéndote todas las posturitas del kamasutra en la cama en una sola noche; a ver quién tiene más dinero, ostentando reloj, coche, etc. aunque luego te invite a su casa y tengas que llevar tú el vino y no te saque ni unas tristes aceitunas. A ver quién detenta más poder, tratando mal hasta a los camareros para demostrar el genio que tiene con los ‘subordinados’ esos. Los inseguros tienden a despreciar a otros hombres para hacerse los superiores, porque saben que, por sus propios hechos, no sobresaldrían jamás. Los inseguros son incapaces de reconocer sus miedos y explicártelos para que puedas comprenderlos y relajarlos, así que van con subrepciones para que no te des cuenta de sus debilidades (como tú si fueras idiota).
Uno de sus trucos es cuestionarte a ti continuamente, para minar tu seguridad, para hacerte sentir inferior, como él, para sentirse más fuerte que tú, aun sabiendo que te hace daño.
Porque de la seguridad muchas veces se deriva la autosuficiencia y el más vale solo que mal acompañado.
viernes, 24 de diciembre de 2021
El trabajador sufre un retroceso
La ley de modificación del sistema de Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (ART) define una instancia médico-administrativa obligatoria previa a la acción judicial del trabajador que sufrió un accidente o padece alguna enfermedad vinculado a lo laboral. Esa etapa de evaluación depende directamente de las ART, por lo tanto rige un incentivo a minimizar y dilatar las indemnizaciones. El nuevo esquema no introdujo modificaciones sobre el limitado número de enfermedades laborales reconocidas por las ART, que es una de las principales causas de la litigiosidad. El Gobierno plantea que el régimen beneficia a las pymes, que suelen estar expuestas en términos económicos a los infortunios de salud que sufren los trabajadores en el ámbito laboral. La oposición al proyecto remarcó que los grandes ganadores son las propias ART en detrimento de los trabajadores.
La Ley de Riesgos del Trabajo fue gestada en pleno auge neoliberal y flexibilizador y cosechó innumerables cuestionamientos desde su entrada en vigencia en 1996. Las tachaduras de la Corte Suprema se manifestaron en un incremento de los juicios en la Justicia Laboral. Según datos oficiales, en 2015 se registraron 104.186 juicios laborales. Ese número se fue incrementando en los últimos años: en 2010 fueron 53.130 juicios; en 2011, 59.744; en 2012, 64.276; en 2013, 77.449 y en 2014, 84.454. Los juicios cada mil trabajadores cubiertos por el sistema de aseguradoras subieron de 7,1 en 2010 a 11,5 en 2015. El aumento de la cantidad de juicios contra las ART impacta en la prima que pagan las empresas. Los especialistas enfatizan que los juicios responden a un deficiente sistema de prevención de accidentes y enfermedades, algo que la ley no ataca en ningún modo.
La nueva ley repone la instancia obligatoria creada por la reforma de
mediados de los noventa. El texto dice que, cumplido un plazo de sesenta
días hábiles administrativos por parte de las comisiones médicas, los
trabajadores quedarán habilitados a recurrir a la instancia judicial.
Pero las empresas pueden pedir estirar el plazo y también apelar la
decisión de las comisiones médicas con efecto suspensivo sobre la oferta
inicial, lo que profundiza la situación de desprotección del
trabajador. Además, la ley evita que los juicios del interior del país
cursen en la Ciudad de Buenos Aires, un viejo anhelo de las ART.