Estudios sobre un gen permitirán conocer mejor los factores genéticos asociados con la percepción olfativa
El olor lo podemos definir como la sensación resultante de la Erecepción de un estímulo por el sistema sensorial olfativo. El olor no es uniforme en todas las personas por igual y lo genera una mezcla de gases, vapores y polvo. Aquello que no podemos oler lo llamamos inodoro. Hasta ahora se creía que aquellas personas que carecían de este sentido eran por causas psicológicas, pero sin descartarlas, unos estudios recientes han demostrado que también podrían estar producidas por un gen.
Las personas con una mutación en el gen SCN9A, que incapacita para sentir dolor, tampoco pueden oler, así lo han confirmado un equipo de científicos europeos liderados por el alemán Trese Leinders-Zufall
Las neuronas sensoriales olfativas son las que detectan el olor, producen una señal eléctrica propagándola a través del sistema nervioso hasta un determinado punto que se detienen. Se ha descubierto que esto sucede por la ausencia de sodio Nav.17. La falta de este sodio impide la transmisión de la información a los circuitos neuronales y, por tanto, no llega al cerebro.
Terapias genéticas
Los investigadores no descartan que el mismo canal de sodio intervenga en algún otro de los cinco sentidos. "No tenemos una explicación de la conexión entre dolor y olor, pero podría ser que éste fuera un canal importante para múltiples sistemas sensoriales", indica el investigador. En este caso, añade, "los sujetos estudiados eran capaces de ver y escuchar, pero no se investigó el tacto o el gusto".
Aunque existe una larga lista de genes relacionados con la ceguera o la sordera, hasta ahora no existía conocimiento de ninguno que pudiese explicar la anosmia congénita.
Con el descubrimiento de este gen se podría aplicar a terapias génicas en personas afectadas en el olfato. Los resultados del estudio ayudaran a comprender que factores genéticos están implicados en la percepción del olor, como en su ausencia.En los animales hacen un amplio uso de su sentido del olfato. Por ejemplo, los animales usan el olor para marcar su territorio y para atraer a sus congéneres de sexo opuesto. Los animales tienen una mayor respuesta a los olores, porque usan su sentido del olfato muy frecuentemente. Cuando un macho huela a una hembra en celo, responderá al estímulo muy apasionadamente.
Nuestro sentido olfativo cumple una función de supervivencia
Nuestro sentido olfativo cumple una función de supervivencia como en el caso del fuego, que el olfato es primordial para detectarlo. Desde el punto de vista humano “permite enriquecer la experimentación de sensaciones en cuestiones de comida. Aunque seamos capaces de comer sin oler, el olfato nos ayuda a mejorar nuestra experiencia y el placer que sentimos”, concluye el científico alemán.
¿Hay olores que acortan la vida?
Otros estudios realizados en animales y en humanos han demostrado el impacto en la salud, el desarrollo atlético y el ritmo de envejecimiento, que produce las experiencias sensoriales. De hecho, hay animales como la mosca y los gusanos que son incapaces de oler, viven más tiempo.
Las universidades de Michigan y Houston han tratado de averiguar a qué se debe y han conseguido demostrar que el dióxido de carbono (CO2) es el olor que más altera nuestra fisiología y está unida a nuestra longevidad. Las moscas que no huelen el carbono viven más que las moscas que si lo hacen.2
El responsable de este estudio Scott Pletcher explica: “De algún modo hay un grupo de neuronas cuyo principal cometido es detectar el CO que son capaces de provocar cambios que aceleran el envejecimiento”
En este reto para mejorar la salud el trabajo más importante que tienen ahora los científicos es explicar el cómo.
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