Página Principal

lunes, 9 de diciembre de 2013

El reloj del abuelo

El tiempo ha sido unas de las fascinaciones del hombre y llegar a medirlo ha llevado a físicos, astrónomos y matemáticos de todas las épocas a estudiar la forma de poder hacerlo. Desde tiempos remotos estudiaron al sol, las mareas, las fases de la luna, pero necesitaban medir con más precisión el tiempo.Hace cuatro mil años en Egipto, se inventó el primer reloj de sol, pero durante la noche o los días nublados era totalmente ineficaz. Se cree que hace unos novecientos años los chinos fueron los inventores del primer reloj mecánico, con seguridad nadie lo sabe. Lo que sí sabemos a través de la historia del relojes que han pasado por diversas formas y métodos: de agua, de arena, de fuego, hasta llegar al invento del péndulo de Galileo. El primer reloj real.


Galileo

Cuenta la historia que Galileo, que un domingo de 1591, se encontraba en la Iglesia rezando y al mismo tiempo distraído con una gran lámpara suspendida del techo, porque la brisa que entraba por la puerta, la hacía oscilar. En ese vaivén se dio cuenta que el tiempo era constante, aunque el arco de oscilación fuera mayor o menor, los tiempos eran iguales. Al salir de la misa fue directo a su casa e hizo la comprobación con un peso colgado de una cuerda. Era cierto los tiempos eran iguales. En unos de sus estudios que llamó “Discursos” lo que dejo plasmado así: “Supongo que la velocidad adquirida por un mismo objeto móvil sobre diferentes inclinaciones del plano será la misma siempre que las alturas de esos planos sean iguales.

El reloj y la imprenta

El reloj fue un despertar de los biorritmos del hombre de la misma naturaleza que lo fue el alfabeto para la cultura. Se puede afirmar sin temor a errar que su invento está en la línea de importancia con la imprenta, de hecho, durante el Renacimiento, Shakespeare, en el soneto LX hace una clara referencia del reloj con la imprenta en los versos del final:

Como olas que avanzan hasta la pedregosa orilla
se precipitan nuestros minutos hacía su fin,
sustituyendo a la que la precede,
en semejante labor todas compiten (…).
Aún así en tiempos por venir, mis versos perdurarán
loando tu valía, a pesar de la cruel aguja”.


Sin embargo, esta parte romántica del reloj la hemos perdido y todos somos esclavos de él, desde el inicio del día con el despertador, hasta la noche. Y a pesar de esto sigue ejerciendo su embrujo, ¿quíen no se ha dejado el reloj un día? ¡Catastrófico!Volvamos al reloj del abuelo, éste es sin duda el que más nos fascina, es elegante, transmite fortaleza, poderío, como si nos dijera: Yo soy el verdadero dios del tiempo. Su estuche, su caparazón, ha sido fabricado por las mejores maderas, adornados por las bellas figuras y con una gran variedad de colorido e incluso en oro. Ha estado y está en las estancias más importantes de palacios, mansiones, torres o casas y hoy en día nos sigue hipnotizando ese sonido del péndulo que no para tic-tac. El libro “Keeping Time” comenta: “Con su sonido constante y pausado, un reloj de pie puede infundir cierta calma al espíritu, y nos transporta a lo que consideraríamos una época más sosegada Tal vez es la mejor conclusión para que la gente siga encontrando fascinante y atractivo el reloj del abuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario